Una de esas fotografías anónimas, sin fecha. Una tarde cualquiera de esa semana de toros de Algemesí que, como sabemos, es la única semana que tiene más de siete días.
En el momento de tomar la fotografía el interés se centraba en el torero que ejecutaba un pase ante la mirada atenta del respetable. Hoy, tantos años después, la mirada se dirige hacia quienes ocupan los carafales, tan llenos como siempre, rostros que sólo se adivinan, y los que asoman por el burladero de el corro, y las fachadas de las casas detrás. El aspecto del público nos hace pensar que es principios de los años 60 o poco después, sobre todo por los peinados de las mujeres, algunas con aquellos cardados imposibles.
Quizás podría reconocerse a alguna persona de la imagen, o saber el año en que se hizo la foto y quién es el torero que toreaba esa tarde, hace más de cuarenta años.
En el momento de tomar la fotografía el interés se centraba en el torero que ejecutaba un pase ante la mirada atenta del respetable. Hoy, tantos años después, la mirada se dirige hacia quienes ocupan los carafales, tan llenos como siempre, rostros que sólo se adivinan, y los que asoman por el burladero de el corro, y las fachadas de las casas detrás. El aspecto del público nos hace pensar que es principios de los años 60 o poco después, sobre todo por los peinados de las mujeres, algunas con aquellos cardados imposibles.
Quizás podría reconocerse a alguna persona de la imagen, o saber el año en que se hizo la foto y quién es el torero que toreaba esa tarde, hace más de cuarenta años.
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