domingo, 15 de octubre de 2017

La Beata Josefa Naval Girbés, la oración y Santa Teresa de Jesús






Altar de Santa Teresa de Jesús en la Basílica
parroquial de San Jaime Apóstol de Algemesí.





   Al fallecer la Señora Pepa el 24 de febrero de 1893, fue amortajada con el hábito carmelita, por ser de la Tercera Orden del Carmen (había, por cierto, en Algemesí algunas terciarias carmelitas, tanto solteras como casadas).
   Entre las devociones de la Beata estaban Santa Rosalía, San Francisco de Paula, Beata Inés de Benigánim... pero sin duda, con su vinculación al Carmelo, también debió tener devoción a Santa Teresa.
   Y es en el aspecto espiritual de la Señora Pepa donde encontramos referencias claras a la mística Doctora Santa Teresa. La oración era fundamental en la vida de la Señora Pepa. En las notas biográficas suele citarse, pero había mucho más. De hecho, su trabajo de formación cristiana con las jóvenes estaba sustentado por una intensa vida de oración.
   Tomamos, con algún comentario propio, algunas consideraciones en la biografía de la Beata Josefa Naval Girbés, "Flor Parroquial", escrita por el Siervo de Dios D. Bernardo Asensi, Pbro., que hacen referencia a la oración de la Señora Pepa y a Santa Teresa:


   Tenía la Señora Pepa "Don de oración". "Dice Santa Teresa que darse a Dios es darse a la oración, porque en ella el alma trata con Dios, le va conociendo más y se enardece en su amor. Y cuando persevera en este ejercicio, el Señor le concede el don de la oración, con el que facilita el trato interior con Él (...) Esto precisamente es lo que ocurrió en el alma dichosa de Josefa.
   Desde niña empezó con su buena madre la práctica de la oración vocal, el rezo del santo Rosario. Luego, muy pronto, añadió el ejercicio de la meditación; no como una práctica piadosa aislada, sino que, empezada por la mañana, era continuada durante el día por medio de la presencia de Dios, frecuentes jaculatorias y comuniones espirituales. Esto, al principio, lo hacía con esfuerzo, y, después, brotaba espontáneamente de su alma. No es de extrañar, pues, que en premio a su perseverancia, el Señor le concediera el don de la oración.
   Prueba de ello es que vivía habitualmente recogida y con elevación de espíritu, aun en medio de sus ocupaciones exteriores. (También entre los pucheros anda el Señor - Santa Teresa) A veces tenía que retirarse a su cuarto para dar rienda suelta a su fervor. Y en otras ocasiones, en medio de su labor, se quedaba profundamente recogida.
   Aunque adaptándose a sus discípulas, las hacía piadosas por medio de las oraciones vocales, ella se dió a la oración mental y llegó a vivir con gran recogimiento y amor.
   Como consecuencia natural de esta gracia le vino el poderoso influjo sobre las almas (don de discernimiento) (...)



   Cuando nuestra Josefa frisaba en los cincuenta y cinco años de edad, efecto del don de oración, había llegado al grado de unión con Dios, que causa en el alma una maravillosa transformación que Santa Teresa compara graciosamente a la del gusano de seda en mariposita blanca.
   Añade aquí la Santa, que esta oración produce en el alma: celo ardiente de glorificar a Dios y darle almas (Almas para Dios era el lema de la Señora Pepa); desasimiento de las criaturas; perfecta sumisión a la voluntad divina, y una muy grande caridad para con el prójimo (...)
   Ya hemos visto (...) en qué grado poseía Josefa estos frutos que señala Santa Teresa.


   Además, había llegado en esta fecha a lo que llaman los maestros de vida espiritual, unión extática, en la cual el alma queda absorta en Dios, por la admiración o el amor, y pierde entonces el uso de los sentidos, esto es: el cuerpo desfallece, queda sin sentido y cae sin fuerzas. Este desfallecimiento se produce dulcemente; es que Dios deja sentir su presencia al alma; mas esto dura poco tiempo, y Santa Teresa lo llama herida sabrosísima. Esto le sucedió a la Señora Pepa en varias ocasiones, una de ellas estando en Valencia, en 1875, en una visita con dos discípulas al monasterio Cisterciense de la Zaydía. Entró en un estado místico, pero dijo a las discípulas "Hijas mías, que nadie se entere de lo que ha pasado". Ese mismo día, visitando el convento de Clarisas de la Puridad, se repitió lo mismo, y volvió a pedir que no lo contaran. En otra ocasión, fue durante el ejercicio del Via Crucis, con una amiga llamada Lutgarda. También pidió que no lo contase...




   Alma de oración, pues, era la Beata Josefa Naval Girbés, al estilo de Santa Teresa. Hay ejemplos también en algunas de las frases que recogieron sus discípulas:

   "Almas, almas para Dios; no quiero que se pierdan."
   "Haced cada día un rato de oración, y todo os resultará llevadero y suave."
   "En vuestras casas sed ángeles de paz; poned alegría, adelantáos a tomar los trabajos menos gratos, pero sin demostrar que os mortificáis."


   



 Beata Josefa Naval Girbés, la Señora Pepa, en su imagen más clásica.






   Bibliografía: Bernardo Asensi Cubells. "Flor Parroquial. Biografía de la sierva de Dios Josefa Naval Girbés, virgen seglar de Algemesí Valencia (España)." Valencia, 1957.





   (Añadimos una sugerencia, años después de la publicación de esta entrada: No tiene nada que ver con el tema, y además no sirve de nada, pero no está de más recordar que es de buen gusto y cortesía, cuando se utiliza contenido de, por ejemplo, este blog, añadir el correspondiente enlace, citar la fuente, y no limitarse al copia y pega, etc... Gracias.
   No tenemos la humildad de la Beata y en fin, entristece...)





   Sobre la espiritualidad de la Beata Josefa Naval Girbés puede consultarse también:
   





sábado, 7 de octubre de 2017

D. Pascual Ferrer y la reforma del Altar de la Virgen del Rosario en la iglesia del Convent






Antiguo Altar de la Virgen del Rosario en la iglesia del ex convento de Dominicos de San Vicent Ferrer.





   Ya hemos comentado en alguna ocasión cómo era este altar de Nuestra Señora del Rosario, de la lamentablemente destruida iglesia del Convento. Esta pequeña capilla se conserva actualmente, es todo lo que quedó de la iglesia, aunque muy transformada. Vemos aquí el altar antiguo un poco más de cerca, en detalle, aunque la imagen no es demasiado clara...
   A principios del XX la iglesia del Convent estaba en un estado deplorable. El hoy Beato mártir presbítero D. Pascual Ferrer se ocupó de la restauración de la iglesia, allá por los años 20, contando con el apoyo de los feligreses.


   En la biografía de Don Pascual Ferrer, escrita por D. José Zahonero Vivó y publicada en 1965, hay interesantes datos sobre este altar en concreto y la imagen de la Virgen, que reproducimos:

   "En la otra parte de la nave la primera capilla era la del Rosario. Antes era capilla de la Comunión, pero como estaba tan cerca de la calle y por ello muy ruidosa y expuesta a irreverencias, don Pascual trasladó el reservado al centro de la iglesia (...) Y entonces este altar, dedicado a la Santísima Virgen del Rosario, fue uno de los más mimados por la piedad del sacerdote y de los fieles. El retablo, magnífico, sólo se pulió; pero toda la capilla fue pavimentada suntuosamente, restaurándose el retablo de san Pío V y adornando la capilla con las monumentales farolas del Rosario público, muy artísticas. Destaca esta reforma porque precisamente era este altar uno de los más abandonados, hasta el extremo de que era un nido de ratones, hasta dentro de la imagen, y además tenía un aspecto de incunia y sordidez. Con la reforma dicha y con la iluminación de una inmensa cantidad de lámparas la capilla era una ascua de oro y la Felicitación Sabatina de los sábados y los demás cultos, muy numerosos, a la Santísima Virgen, eran ocasiones reiteradas para el aumento progresivo de la devoción. (...)"


   Don Pascual Ferrer se ocupó también personalmente de procurar la restauración de la Imagen de Nuestra Señora del Rosario, que por lo que dice el texto, era una escultura de vestir:
   
   "La imagen de la Virgen del Rosario - devoción que tanto prestigió - andaba a tenor de todo, en cuanto a decoro. Pero especialmente, su traje era algo lamentabilísimo; a más de viejo y deslucido, todo roído por los ratones. El les intimó con todo fervor y hasta con suspiros: "Todas vestidas con lujo, y nuestra madre, la Virgen, sin vestido apenas... ¿No tenéis nada para Ella, con tanto como os sobra o gastais en vestir?" Caló tan honda la requisitoria, que una señora, doña Purificación Rubio, Viuda de Lago, fuese al momento a su casa y regresó con una cartera llena de monedas, diciéndole: - "Tómelo usted, y coja cuanto quiera o necesite" -. Pero don Pascual, dando todo un curso de prudencia y santa sagacidad, contestó: - "No, gracias: lléveselo a casa; y, cuando yo no tenga más remedio y lo necesite, iré a ella y, delante de sus hijas, se lo pediré para la Virgen" -. El epílogo de este proceso espléndido: La Virgen tuvo no solamente un rico traje, túnica rosa y manto azul recamado con rosas de oro; sino también un soberbio enrayado con flores y luces."





   Bibliografía: José Zahonero Vivó, Pbro.. "Un siervo fiel,. Rvdo, Don J. R. Pascual Ferrer Botella, Pbro.". Valencia, 1965.




miércoles, 4 de octubre de 2017

Antigua imagen de San Francisco de Asís







San Francisco de Asís, del antiguo grupo escultórico de la Mare de Déu del Àngels.





   La antigua imagen de la Virgen de los Ángeles de la placeta era un bello grupo escultórico, con un San Francisco de Asís representado a los pies de la Virgen. La advocación de Nuestra Señora de los Ángeles es propia de la Orden Franciscana, por lo que a veces se la representa acompañada de San Francisco.
   Hemos buscado por hemerotecas algo sobre la autoría de la escultura, de buena calidad, destruida en 1936, pero hasta ahora no hemos encontrado información (lo único, que nos han comentado que el San Francisco sí se conserva, aunque no llega a verse por el lugar donde está situada la imagen).
   La imagen actual es obra del escultor valenciano Inocencio Cuesta, y es de 1940 (información que nos ha proporcionado Consuelo Girbés Rubio, a quien se lo agradecemos especialmente).