Algunos de los miembros del "Tribunal constituído para el traslado de los restos de la Sierva de Dios."
En su biografía de la Beata Josefa Naval Girbés, el hoy Siervo de Dios D. Bernardo Asensi Cubells incluye la crónica del traslado publicada en Flor Parroquial en noviembre de 1946, con los nombres de los miembros del Tribunal, nombrado por el Prelado Diocesano:
"Delegado del prelado, M. I. Sr. Dr. D. Desiderio López Ruyales, Provisor del Arzobispado. Jueces adjuntos: Dr. D. Bernardo Asensi Cubells, canónigo de la Catedral de Valencia, y reverendo señor don Juan Belda Gómez, cura párroco de Algemesí. Promotor de la Fé, reverendo señor doctor don José Ferragud, Fiscal de la Curia Diocesana.
Notario: Rvdo. Sr. Dr. D. Jesús Morán, notario eclesiástico de la Curia.
Testigos: D. Salvador Castell, alcalde de Algemesí, y D. Martín Domínguez Barberá, abogado y redactor de Las Provincias.
Médicos: Dr. D. J. Calatayud Bayá, Dr. D. Ismael ramírez, Inspector local de Sanidad, y doctor don Vicente Machí, presidente de los Hombres de A. C. local.
Albañiles: Vicente Lluch y José Lluch.
Carpinteros: José LLopis y José Bueno.
Cuatro señoras discípulas de la Sierva de Dios y testigos de su enterramiento, a saber: Dª Dolores Esteve, Dª Margarita Ferragud, Dª Milagro Lago y Dª Francisca Ferrero."
Varios de ellos son reconocibles en la fotografía, como Martín Domínguez, Don Bernardo Asensi, Don Juan Belda, o el alcalde Salvador Castell.
Y continúa la crónica:
"Llegado el viernes, 18 de octubre, a las diez treinta de la mañana, se reunió el Tribunal en la Casa-Abadía de Algemesí, y de allí se trasladó al cementerio para proceder a la exhumación.
Aunque se había anunciado que se haría a puerta cerrada, se congregaron junto al cementerio muchas personas piadosas por ver, al menos, pasar la caja desde el sepulcro hasta la contigua capilla de San Onofre."
"Se abrieron las puertas del cementerio y, entre un silencio reverente de la multitud que allí esperaba, fué avanzando lentamente la comitiva, pero antes de llegar a la capilla la gente no pudo contenerse y prorrumpió en vivas y aclamaciones entre lágrimas de emoción.
Ya en la capilla, y depositado el féretro sobre una mesa en el centro, se cerraron las puertas para el reconocimiento de los restos."
"Antes de abrir la caja, el señor Delegado del Prelado advirtió a todos los presentes que la Iglesia prohibe, bajo la máxima pena de excomunión, coger algo de la caja o poner en ella cosa alguna que antes no estuviera."
"Todos miran en silencio...¿Está entera!...Es lo primero que se dice. ¿Se deshará al moverla?...Parece que nadie se atreve a tocarla.
Lleva hábito de carmelita, que está entero, incluso el velo, y un ramo de flores blancas en la mano derecha."